A nadie se le escapa que el trabajo en casa ha llegado para quedarse. Algo que gusta a muchos currelas, pero que, razonablemente, inquieta a otros, pues no es de extrañar que con el paso del tiempo surgirán cada vez mayores desencuentros entre las empresas y sus plantillas. De hecho, según un estudio puntero de la Organización Mundial de la Salud (OMS), fechado el pasado mes de julio, la entidad concluyó que destinar más de 55 horas semanales al tajo supone un peligro real para quienes practican, voluntariamente o no, este deporte de riesgo.
Problema agravado, además, por los efectos derivados de la pandemia en una cultura laboral ya “agotadora” de por sí. Estas son palabras de la especialista estadounidense Jennifer Moss, coautora de una encuesta, realizada el ejercicio anterior, a profesionales de 46 países. No en vano, los entrevistados aseguraron, en su mayoría, encontrarse peor en su empleo dadas las circunstancias. Así, hay quienes dicen recibir incontables emails desde que amanece, ¡o antes incluso!, hasta bien entrada la noche. Prácticas extenuantes, propias del día a día, que afectan más a las personas solteras sin familiares a su cargo, puesto que no pueden alegar el cuidado de sus padres o de sus hijos con el fin de blindar su debido tiempo de descanso.
Declaraciones respaldadas, sin ir más lejos, por estadísticas oficiales elaboradas por nuestros vecinos del Reino Unido. Los sondeos no dejan lugar a dudas. Los empleados que efectuaron sus tareas desde su hogar en 2020 se afanaron, en promedio, seis horas extras cada semana. Por supuesto, ¡no remuneradas! Cifra que contrasta con las 3,6 horas extraordinarias que metieron sus compañeros sin salir del lugar de trabajo ni recibir ninguna contraprestación.
En este contexto, los gobiernos de todo el planeta, también los europeos, afrontan una presión creciente a la hora de legislar el llamado derecho a la desconexión que es, asimismo, una necesidad para el conjunto de la sociedad y el correcto funcionamiento de la economía a largo plazo. Visto lo visto, Irlanda, por su parte, anunció una especie de código de conducta en abril, mientras que Canadá y otros estados están considerando adoptar una medida similar.
UNA RELACIÓN SANA
Avances, inequívocamente, beneficiosos en un mundo donde la tecnología está cada vez más extendida, motivo por el que debemos olvidarnos a ratos de ella con el objetivo de lograr una relación sana con la enormidad de dispositivos y plataformas que nos rodean y que, gestionados adecuadamente, nos hacen la vida mucho más fácil resultando, a juicio de muchos, imprescindibles en pleno siglo XXI. Dicho esto, la sabiduría popular recuerda que ‘cada maestrillo tiene su librillo’, de manera que existen tantas soluciones como obstáculos por salvar.
En Francia se negocian acuerdos en el seno de las grandes compañías desde hace años. En este sentido, los contratados por la marca de telecomunicaciones Orange no tienen por qué responder correos electrónicos por las tardes ni durante los fines de semana. Otras firmas, en cambio, apuestan por dar a sus asalariados una jornada completa para ponerse al día a la vuelta de vacaciones. El éxito de cada convenio depende, claro está, de que los firmantes utilicen el sentido común.